El sexo vende, y esa es una de las verdades que cualquier persona dentro del mundo de los negocios debe conocer bien a estas alturas. En su justa medida, de manera explícita pero también sutil, el sexo puede convertirse en el mejor gancho para encontrar clientes. Podemos hablar de las bondades de un producto, tratar de convencer a cualquier con pruebas, con palabras… Pero desde hace décadas, publicitar cualquier servicio o producto con una chica hermosa en pantalla, o en una valla o cartel, tiende a resultar mucho más efectivo. Da igual que la chica no tenga nada que ver con el producto, porque se trata de una asimilación por cercanía. La chica es hermosa y deseable, por tanto, el producto también lo es. Para los hombres, que sueñan con tener a una mujer así, y para las mujeres, que desean ser la mujer de la publicidad. El sexo, o más bien el deseo de atracción sexual, siempre ha sido un buen garante de éxito en campañas publicitarias.
Claro que no siempre ha funcionado de la misma manera. En nuestra era actual, donde el sexo está por todas partes y resulta demasiado sencillo acceder a todo el porno del mundo, encontrar una buena forma de llamar la atención no es tan sencillo. Y es que, de hecho, hay tanta competencia en plataformas como Instagram y Onlyfans que ya no resulta descarado ver a una chica mostrando sus encantos. Es una situación muy distinta a la que teníamos hace décadas, cuando las revistas para hombres, que hoy en día nos parecen casi naif, comenzaban a poblar los quioscos. Primero fue Playboy con ese pretendido halo de elegancia y erotismo sutil. Más tarde llegaría la competencia, con Penthouse a la cabeza. Pero fue en 1974 cuando aquel sector cambió para siempre con la llegada de Hustler, una revista mucho más explícita y sin ningún tipo de pretensiones intelectuales. Editada por Larry Flint, un magnate de los clubs de striptease de Ohio, Hustler se convirtió en un peligro para la moral de la sociedad americana, y demostró que las otras revistas solo eran panfletos semieróticos en comparación con lo que ellos ofrecían. Esto les trajo no pocos problemas, evidentemente.